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Las cuencas hidrográficas de la península de Baja California 

La cuenca hidrográfica se considera la unidad espacial relevante para medir la cantidad de agua disponible para las actividades humanas.

 

Para su estudio y administración, las cuencas se agrupan en Regiones hidrológicas y se identifican con el nombre del río principal que las recorre. México cuenta con 37 Regiones hidrológicas que integran a los principales sistemas de ríos del  país. 

 

En la península de Baja California se ubican las Regiones hidrológicas 01 a la 07, donde existen 117 cuencas. Diecinueve de esas cuencas soportan una población mayor a los 10,000 habitantes, lo que siginifica una concentración de la presión sobre los ecosistemas debido a la extracción de recursos naturales, en particular, del agua de los acuíferos.  

  

 

 

Viaje de las móleculas de agua 

El agua está siempre en movimiento. Al calentarse con el sol, las moléculas de agua de los océanos, lagos y ríos suben a la atmósfera como vapor y forman las nubes.

 

Cuando el vapor de las nubes se enfría, forman gotas de agua, que por su propio peso caen como lluvia. 

 

Al correr la lluvia  por el suelo,  una parte se infiltra hacia los acuíferos y otra va formando arroyos.

 

Los arroyos se juntan y forman ríos, que siguen corriendo cuesta abajo hasta llegar al océano. Aquí, el viaje de las moléculas de agua comienza otra vez. 

Infiltración del agua

Las cuencas son grandes áreas de terreno, de cientos a miles de kilómetros cuadrados de superficie, donde el relieve forma una depresión o valle rodeado de montañas y cerros. 

 

Por la forma del terreno, parecida a un cuenco, el agua que cae como lluvia o nieve en las montañas, baja por las laderas hacia los valles, donde se concentran todas las corrientes antes de llegar al mar. 

 

En este recorrido, una parte del agua se infiltra en el suelo hasta los acuíferos, esos almacenes subterráneos de donde los humanos extraemos el agua para nuestros pueblos y ciudades. 

Impacto de las actividades humanas en las cuencas

Las cuencas son lugares importantes para la existencia de la flora y la fauna silvestres, así como para las actividades de los humanos. 

 

Las plantas y los animales, encuentran en las cuencas lo que necesitan para vivir, agua, comida y refugio. Los humanos concentramos las actividades agrícolas en las cuencas y construimos estructuras para captar y extraer agua. 

 

Por los servicios que las cuencas nos proporcionan, debemos conservar su buen funcionamiento no extrayendo en exceso los recursos naturales y, en especial, protegiendo la cobertura vegetal y estructura del suelo de las zonas de infiltración. Cuidando las cuencas cuidamos la biodiversidad y mantenemos nuestras fuentes de agua y alimentos. 

El ciclo del agua

Un ciclo empieza y termina en el mismo lugar, por eso, al movimiento del agua en el planeta le llamamos el ciclo del agua, o ciclo hidrológico.

 

El ciclo empieza en el océano cuando el sol calienta el agua, y termina cuando los ríos regresan el agua al océano. En ese recorrido, el agua cambia de forma, del vapor de las nubes al líquido de la lluvia y al sólido de la nieve y el hielo.

 

Cuando los ríos la llevan  de vuelta al mar, el agua es otra vez el líquido que con el calor del sol se convertirá en vapor... y el ciclo vuelve a empezar... 

Visto desde el espacio nuestro planeta es azul, principalmente por la gran cantidad de agua que hay en los océanos. Pero agua dulce y limpia, la que necesitamos para vivir, es cada vez más difícil conseguir. 

 

El rápido crecimiento de la población mundial ha aumentado la demanda de agua, de tal manera que varios países se han visto obligados a extraer de sus acuíferos más agua de la que puede renovarse naturalmente. 

 

Según estudios de la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) de las Naciones Unidas (ONU), uno de cada cinco países en vías de desarrollo tendrá problemas de escasez de agua antes del 2030. 

 

La recomendación para todos los países, en especial ante la amenaza del cambio climático, es disminuir el gasto de agua y conservar el buen funcionamiento de los ecosistemas, principalmente aquellos asociados a las áreas de captación y almacenamiento de la lluvia en las cuencas hidrográficas. 

 

La exposición ¿Dónde está el Agua?, muestra al público los componentes y mecanismos involucrados en la producción de agua dulce en la naturaleza. Entender la conexión entre lo que sucede en las cuencas y la disponibilidad de agua en las ciudades, es el primer paso para saber dónde está y cómo proteger a nuestro más preciado recurso, el agua. 

El agua en el planeta

El agua del planeta la encontramos en diferentes fases y en diferentes compartimentos. El agua líquida está en océanos, ríos, lagos y acuíferos. El agua sólida, en los hielos de los glaciares y la nieve. En estado gaseoso, el agua está en el vapor y en las nubes de la atmósfera. 

 

El mayor almacén son los océanos, que contienen más del 90% del agua en el planeta. El agua dulce, la que necesitamos para vivir, es sólo 3%, una fracción muy pequeña del agua del planeta. El agua pasa de un compartimento o reservorio a otro. Así, el agua del océano llega a ser parte del agua de los ríos, lagos y acuíferos; pero esos cambios pueden tardar de cientos a millones de años. Así de lento es el ciclo del agua en la naturaleza.

Cuencas hidrográficas

La infiltración ocurre cuando el agua de lluvia se acumula en la superficie del suelo y la fuerza de gravedad hace que baje hasta llegar a la roca impermeable que detiene su recorrido. En esta capa se forma un manto acuífero, un almacén subterráneo de agua. 

 

La infiltración es un proceso lento. Si la lluvia es poca y la extracción de agua es más rápida que la recarga, los acuíferos se agotan. Para que ésto no suceda, además de cuidar el agua que usamos, es importante conservar la cobertura vegetal en las cuencas. Las plantas y sus raíces ayudan a detener el agua de la lluvia sobre el terreno, dando tiempo a que se infiltre hasta los acuíferos.  

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